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EL
TANGO, ESA DIABLURA... Sólo
en un estado de armonía, una mujer y un hombre pueden realizar un tango
bien bailado. Llegar a ese momento implica un proceso lleno de asombrosos
descubrimientos. El
tango nace para ser escuchado, bailado, interpretado, cantado y sobre todo
profundamente sentido. Ha sido motivo de grandes inspiraciones poéticas,
ensayos, investigaciones, que lo han enriquecido a todo nivel. Desde sus
orígenes, el surgimiento de la orquesta típica, los poetas y escritores
en sus diferentes tiempos, las grandes orquestas posteriores, la impronta
inigualable que deja Carlos Gardel, la brillante apertura musical de
Piazzolla, pasando por Francisco Canaro, Osvaldo Fresedo, Julio De Caro,
Aníbal Troilo, Carlos Disarli, Juan D´Arienzo, Osvaldo Pugliese, etc. La
gran variedad de cantores, músicos, poetas y bailarines que generó el
tango han determinado que éste sea uno de los reflejos culturales más
importantes de Buenos Aires, y así fue trasladándose al resto del país. El
tango lleva un sello “made in Argentina”, pero como bien reconocemos
nuestro amplio espectro cultural, sus orígenes son una serie de
convergencias de costumbres que corresponden a diferentes regiones del
mundo. Creo
que esto tiene que ver con una danza, una música, una letra seriamente
comprometida, con la mujer, el hombre y su rol social; pues el tango
lleva en sí mismo un fuerte contenido popular, bien marcado y revelado en
sus comienzos. Su
fuerte compromiso femenino-masculino y su origen, que tiene que ver con
reivindicaciones sociales, hicieron del tango un centro de interés y
admiración universal, o sea reconocido y apreciado por la mayoría de las
culturas del planeta. Isadora
Duncan, en 1916 comentaba: “Yo no había bailado nunca el tango, pero un
mozo argentino que me servía de guía me obligó a intentarlo. A mis
primeros pasos tímidos sentí que mis pulsaciones respondían al
incitante ritmo lánguido de aquella danza voluptuosa, suave como una
larga caricia, embriagadora como el amor bajo el sol del mediodía, cruel
y peligrosa como la seducción de un bosque tropical...” Será
por esas tantas señales y otras más que J.L.Borges se refiere al tango
en su poema homónimo como “esa
diablura”. Carlos
Lombardi |